Introduccion a la bolsa
El Contrato por Diferencia.
Una vez visto cómo funciona el sistema de contratación en el mercado continuo de acciones, no vamos a entrar en detalles acerca del sistema de contratación en los mercados de renta fija, warrants, opciones, futuros y otros productos. Pero sí vamos a hablar un poco sobre un instrumento de inversión que va a sernos de gran utilidad para nuestros intereses: el Contrato por Diferencia
Bastante conocido por su término anglosajón como CFD (Contract For Difference). Un CFD es un contrato por la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta de un instrumento financiero. El CFD refleja el rendimiento de dicho activo, ya sean acciones, materias primas, divisas u otro producto, sin necesidad de tener la propiedad física del instrumento subyacente en sí. En definitiva, el CFD es un producto derivado al que podemos recurrir tanto si queremos apostar a que un valor va a subir (posicionarnos largos), como si queremos apostar a que va a bajar (posicionarnos cortos).
Esta posibilidad también nos la ofrecen algunos derivados como los warrants, opciones y futuros, pero la ventaja de los CFDs es que, a diferencia de los primeros, no tienen fecha de vencimiento y, cuando se invierte a la baja, se cobran intereses, que suele ser el euribor a un año. Esto es debido a que la operativa con CFDs es financiada (el inversor sólo desembolsa una parte de la inversión como garantía, que dependen del valor y del broker), por lo que al invertir a la baja, lo primero que se hace es vender y obtenemos un dinero que, hasta que no lo usemos para cerrar la posición comprando, nos renta de la misma forma que si tuviésemos un depósito en una entidad financiera. Cuantas menos garantías exija un broker, más alto será el importe a financiar por el resto de la operación, pero mejor se aprovechará el efecto apalancamiento, que trata de lograr una alta rentabilidad con un importe de capital depositado bajo. Es decir, cuando se gana, se tiene la sensación de que se ha obtenido una alta rentabilidad. Pero lo mismo sucede cuando se pierde, con lo cual, no deja de ser eso, una sensación. Por tanto, lo que hay que tener muy claro, es que depositamos una pequeña parte de nuestra inversión como garantía, pero toda la inversión está en riesgo.
Inversiones a largo o corto plazo
Muchos ahorradores suelen invertir a largo plazo, sin importarles que, en un momento determinado, puedan estar sufriendo unas pérdidas considerables. Claro, al mantener la inversión durante un periodo de tiempo muy amplio, es posible que en algún momento se tengan beneficios, lo cual puede ser aprovechado para salirse del mercado con ganancias. Esto lleva al falso dicho o creencia muy extendida de que en bolsa “A la larga siempre se gana”. Éste, como tantos otros, es uno de los mitos de la bolsa. ¿Qué sucede con los valores que alguien haya podido comprar con el Ibex35 en el entorno de los 16.000 puntos? ¿Cuántos años tendrán que pasar para, al menos, no perder dinero? Hay quien dice que hasta que no se cierre la posición no se tienen pérdidas. Pero, siguiendo con el ejemplo anterior, ¿podemos ir a una entidad bancaria, con esos valores comprados sobre los 16.000 puntos del Ibex35, y depositarlos como garantía o aval de un préstamo o una hipoteca? ¿Nos los valorarán por el importe de nuestra inversión inicial? ¿O lo harán, por el contrario, al precio actual del mercado?
No, a la larga no siempre se gana. Y si tenemos la sensación de que siempre ganamos, seguro que podríamos haber ganado más. Hay otro dicho por ahí, con más base que el anterior, que dice que hay que “Dejar correr las ganancias y cortar rápido las pérdidas”. De esta forma, cuando fallemos, perderemos poco, y cuando acertemos ganaremos mucho. De esta forma, seguramente haríamos más operaciones y de más corto plazo, que es la principal característica que diferencia a un especulador de un inversor a largo plazo.
Evidentemente, esto no quiere decir que uno no pueda ser inversor a largo plazo y obtener una buena rentabilidad. Claro que se puede, pero para ello no se puede entrar en el mercado en cualquier momento, sino que, mediante el análisis de los gráficos, que son datos del pasado, hay que tratar de buscar buenos puntos de entrada. No hay que olvidar que, desde el momento en que estamos analizando un gráfico en adelante, puede suceder de todo, aunque unas situaciones son más probables que otras. De todas formas, siguen siendo eso, probabilidades, futuro, y en el futuro nadie sabe lo que hay, porque todavía no existe. Luego, debemos analizar el pasado, de donde podemos sacar en claro una tendencia principal de los precios, ya sea alcista, bajista o lateral (sin tendencia definida), e intentar ver qué es más probable que ocurra en el futuro, para poder tomar las decisiones adecuadas desde el presente, que es desde donde podemos operar. Siempre hay que tener en cuenta la tendencia y, preferiblemente, debemos operar a favor de ella. No es ninguna tontería. Parece más fácil ponerse de parte del mercado, que el mercado se ponga de nuestro lado. El mismo significado se extrae del bien conocido dicho “La tendencia es tu amiga”.
Podemos concluir este primer capítulo con un pequeño pero útil consejo que viene en la web de la SEC: “El mundo de las inversiones es fascinante, complejo, y puede ser muy beneficioso. Sin embargo, a diferencia del mundo de la banca, en el que los depósitos están garantizados por el gobierno federal, las acciones, bonos y otros títulos u obligaciones pueden perder valor. No hay garantías en cuanto a esto. Por eso, invertir no es un deporte para espectadores; en efecto, la mejor forma de proteger su dinero, que tienen los inversionistas, es la de investigar bien y hacer preguntas, antes de invertir”.